Molecular Clouds and Protostars

Nubes moleculares y protoestrellas

Cómo nubes frías y densas de gas y polvo colapsan para formar nuevas estrellas en guarderías estelares


En medio de la aparente vastedad vacía entre las estrellas, enormes nubes de gas molecular y polvo flotan silenciosamente—nubes moleculares. Estas regiones frías y oscuras en el medio interestelar (ISM) son los lugares de nacimiento de las estrellas. Dentro de ellas, la gravedad puede concentrar la materia lo suficiente para iniciar la fusión nuclear, dando inicio a la larga carrera de una estrella. Desde complejos gigantes difusos de moléculas que abarcan decenas de pársecs hasta núcleos densos compactos, estas guarderías estelares son esenciales para renovar las poblaciones estelares galácticas, formando tanto enanas rojas de baja masa como protoestrellas de mayor masa que algún día brillarán intensamente como estrellas tipo O o B. En este artículo, examinamos la naturaleza de las nubes moleculares, cómo colapsan para formar protoestrellas, y la delicada interacción de la física—gravedad, turbulencia, campos magnéticos—que da forma a este proceso fundamental en la formación estelar.


1. Nubes Moleculares: La Cuna de la Formación Estelar

1.1 Composición y Condiciones

Las nubes moleculares están compuestas predominantemente por moléculas de hidrógeno (H2), junto con helio y trazas de elementos pesados (C, O, N, etc.). Típicamente aparecen oscuras en longitudes de onda ópticas porque los granos de polvo absorben y dispersan la luz estelar. Parámetros típicos:

  • Temperaturas: ~10–20 K en las regiones densas, lo suficientemente frío para que las moléculas permanezcan unidas.
  • Densidades: Desde unos pocos cientos hasta varios millones de partículas por centímetro cúbico (p. ej., un millón de veces más denso que el ISM promedio).
  • Masa: Las nubes pueden abarcar desde unas pocas masas solares hasta más de 106 M en nubes moleculares gigantes (GMCs) [1,2].

Tales bajas temperaturas y altas densidades permiten que las moléculas se formen y persistan, proporcionando los ambientes protegidos en los que la gravedad puede superar la presión térmica.

1.2 Nubes Moleculares Gigantes y Subestructura

Las nubes moleculares gigantes—de decenas de parsecs de diámetro—albergan subestructuras complejas: filamentos, aglomerados densos y núcleos. Estas subregiones pueden ser gravitacionalmente inestables, colapsando en protostrellas o pequeños cúmulos. Observaciones con telescopios milimétricos o submilimétricos (p. ej., ALMA) revelan intrincadas redes filamentosas donde la formación estelar a menudo se concentra [3]. Las líneas moleculares (CO, NH3, HCO+) y los mapas de continuo de polvo ayudan a medir densidades de columna, temperaturas y cinemática, indicando cómo las subregiones pueden estar fragmentándose o colapsando.

1.3 Disparadores del Colapso de Nubes

La gravedad por sí sola puede no ser siempre suficiente para iniciar un colapso a gran escala. Los “disparadores” adicionales incluyen:

  1. Choques de Supernova: Los remanentes de supernova en expansión pueden comprimir el gas cercano.
  2. Expansión de la Región H II: La radiación ionizante de estrellas masivas barre capas de material neutro, empujándolas hacia nubes moleculares adyacentes.
  3. Ondas de Densidad Espiral: En los discos galácticos, los brazos espirales que pasan pueden comprimir el gas, formando nubes gigantes y eventualmente cúmulos estelares [4].

Aunque no toda la formación estelar requiere un disparador externo, estos procesos pueden acelerar la fragmentación y el colapso gravitacional en regiones que de otro modo serían marginalmente estables.


2. El Inicio del Colapso: Formación del Núcleo

2.1 Inestabilidad Gravitacional

Cuando una porción de la masa y densidad interna de una nube molecular supera la masa de Jeans (la masa crítica por encima de la cual la gravedad supera la presión térmica), esa región puede colapsar. La masa de Jeans escala con la temperatura y la densidad como:

MJ ∝ (T3/2) / (ρ1/2).

En núcleos típicos fríos y densos, la presión térmica o turbulenta lucha por resistir la contracción gravitacional, iniciando la formación estelar [5].

2.2 El Papel de la Turbulencia y los Campos Magnéticos

La turbulencia en las nubes moleculares inyecta movimientos aleatorios, a veces apoyando la nube contra un colapso inmediato, pero también promoviendo compresiones locales que generan núcleos densos. Mientras tanto, los campos magnéticos pueden proporcionar soporte adicional si las líneas de campo atraviesan la nube. Las observaciones de la emisión polarizada del polvo o el efecto Zeeman miden la intensidad de los campos. La interacción de la turbulencia, el magnetismo y la gravedad a menudo determina la tasa y eficiencia de la formación estelar en estas nubes gigantes [6].

2.3 Fragmentación y Cúmulos

A medida que avanza el colapso, una sola nube puede fragmentarse en múltiples núcleos densos. Esto ayuda a explicar por qué la mayoría de las estrellas se forman en cúmulos o grupos—los entornos de nacimiento compartidos pueden variar desde un puñado de protoestrellas hasta ricos cúmulos estelares con miles de miembros. Los cúmulos pueden contener estrellas que abarcan un amplio rango de masas, desde enanas marrones subestelares hasta protoestrellas masivas tipo O, todas formadas aproximadamente simultáneamente en la misma GMC.


3. Formación y Etapas de la Protoestrella

3.1 Del Núcleo Denso a la Protoestrella

Inicialmente, un núcleo denso en el centro de la nube se vuelve opaco a su propia radiación. A medida que se contrae más, se libera energía gravitacional, calentando la protoestrella naciente. Este objeto, aún incrustado en la envoltura polvorienta, aún no fusiona hidrógeno—su luminosidad proviene principalmente de la contracción gravitacional. Observacionalmente, las protoestrellas en etapa temprana aparecen en longitudes de onda infrarrojas y submilimétricas, debido a la fuerte extinción del polvo en el óptico [7].

3.2 Clases Observacionales (Clase 0, I, II, III)

Los astrónomos clasifican las protoestrellas según la distribución espectral de energía de su emisión de polvo:

  • Clase 0: La fase más temprana. La protoestrella está profundamente incrustada en una envoltura, las tasas de acreción son altas y poca o ninguna luz estelar escapa directamente.
  • Clase I: La masa de la envoltura sigue siendo significativa pero reducida en comparación con la Clase 0. Aparece un disco protostelar.
  • Clase II: A menudo identificadas como estrellas T Tauri (baja masa) o estrellas Herbig Ae/Be (masa intermedia). Muestran discos sustanciales pero envolturas menores, con emisión visible o en el infrarrojo cercano predominante.
  • Clase III: Una estrella pre-secuencia principal casi sin disco. El sistema está cerca de ser una estrella completamente formada, con solo un disco vestigial.

Estas categorías trazan el camino de la estrella desde una infancia profundamente oculta hasta una estrella pre-secuencia principal más revelada, quemando eventualmente hidrógeno en la secuencia principal [8].

3.3 Flujos bipolares y chorros

Los protoestrellas comúnmente lanzan chorros bipolares o flujos colimados a lo largo de sus ejes de rotación, presumiblemente impulsados por procesos magnetohidrodinámicos en el disco de acreción. Estos chorros tallan cavidades en el envoltorio circundante, creando espectaculares objetos Herbig–Haro. Simultáneamente, flujos más lentos y de ángulo más amplio eliminan el exceso de momento angular del gas que cae, evitando que el protoestrella gire demasiado rápido.


4. Discos de acreción y momento angular

4.1 Formación del disco

A medida que el núcleo de la nube colapsa, la conservación del momento angular obliga al material que cae a asentarse en un disco circunestelar rotatorio alrededor del protoestrella. Este disco, compuesto de gas y polvo, puede tener un radio de decenas a cientos de UA. Con el tiempo, el disco puede evolucionar hacia un disco protoplanetario donde puede ocurrir la formación de planetas.

4.2 Evolución del disco y tasa de acreción

La acreción desde el disco hacia el protoestrella está controlada por la viscosidad del disco y la turbulencia MHD (el modelo de “disco alfa”). Las tasas típicas de acreción de masa protoestelar podrían ser 10−6–10−5 M yr−1, disminuyendo a medida que la estrella se acerca a la masa final. Observar la emisión térmica del disco en longitudes de onda submilimétricas ayuda a medir la masa del disco y su estructura radial, mientras que la espectroscopía puede revelar puntos calientes de acreción cerca de la superficie estelar.


5. Formación de estrellas masivas

5.1 Desafíos de los protoestrellas de alta masa

Formar estrellas masivas tipo O o B presenta complicaciones adicionales:

  • Presión de radiación: Un protoestrella de alta luminosidad ejerce una fuerte radiación hacia afuera que puede detener la acreción.
  • Escala de tiempo corta de Kelvin-Helmholtz: Las estrellas masivas alcanzan altas temperaturas en el núcleo rápidamente, iniciando la fusión mientras aún están acrecentando.
  • Entornos agrupados: Las estrellas masivas típicamente se forman en núcleos densos de cúmulos, donde las interacciones y la retroalimentación mutua (radiación ionizante, flujos) moldean el gas [9].

5.2 Acreción Competitiva y Retroalimentación

En ambientes de cúmulos densos, múltiples protoestrellas compiten por el mismo reservorio de gas. Los fotones ionizantes y los vientos estelares de estrellas masivas recién formadas pueden fotoevaporar núcleos vecinos, alterando o terminando su formación estelar. A pesar de estos obstáculos, las estrellas masivas sí se forman, aunque en menor número, dominando la energía y la producción de enriquecimiento en las regiones de formación estelar.


6. Tasas y Eficiencia de Formación Estelar

6.1 Tasa Global de Formación Estelar Galáctica

A escala galáctica, la tasa de formación estelar (SFR) se correlaciona con la densidad superficial de gas—la ley de Kennicutt–Schmidt. Las regiones moleculares en brazos espirales o barras pueden producir complejos gigantes de formación estelar. En enanas irregulares o ambientes de baja densidad, la formación estelar es más esporádica. Mientras tanto, las galaxias estallido estelar pueden experimentar episodios intensos y de corta duración de formación estelar prolífica desencadenados por interacciones o afluencias [10].

6.2 Eficiencia de Formación Estelar (SFE)

No toda la masa en una nube molecular se convierte en estrellas. Las observaciones sugieren que la eficiencia de formación estelar (SFE) en una sola nube puede ser de unos pocos por ciento hasta decenas de por ciento. La retroalimentación de los flujos de salida protoestelares, la radiación y las supernovas puede dispersar o calentar el gas sobrante, limitando un colapso adicional. Como resultado, la formación estelar es un proceso autorregulado, que rara vez convierte nubes enteras en estrellas de una sola vez.


7. Duraciones Protoestelares y el Inicio de la Secuencia Principal

7.1 Escalas de Tiempo

 

  • Fase Protoestelar: Las protoestrellas de baja masa pueden pasar unos pocos millones de años contrayéndose y acreciendo antes del inicio de la fusión de hidrógeno en el núcleo.
  • T Tauri / Pre-secuencia principal: Esta luminosa fase pre-secuencia principal persiste hasta que la estrella se estabiliza en la secuencia principal de edad cero (ZAMS).
  • Masa Mayor: Las protoestrellas más masivas colapsan e inician la fusión de hidrógeno más rápido, uniendo rápidamente las fases protoestelar y de secuencia principal—en unos pocos cientos de miles de años.

7.2 Encendido de la Fusión de Hidrógeno

Una vez que la temperatura y presión del núcleo alcanzan umbrales críticos (alrededor de 10 millones de K para la cadena protón-protón en estrellas de ~1 masa solar), comienza la fusión de hidrógeno en el núcleo. La estrella entonces se asienta en la secuencia principal, irradiando de manera estable durante millones a miles de millones de años, dependiendo de su masa.


8. Investigación Actual y Direcciones Futuras

8.1 Imágenes de Alta Resolución

Instrumentos como ALMA, JWST y grandes telescopios terrestres (con óptica adaptativa) penetran los capullos polvorientos alrededor de las protoestrellas, revelando la cinemática del disco, las estructuras de flujo de salida y la fragmentación más temprana en las nubes moleculares. Mejoras adicionales en sensibilidad y resolución angular profundizarán nuestra comprensión de cómo la turbulencia a pequeña escala, los campos magnéticos y los procesos del disco interactúan durante el nacimiento estelar.

8.2 Química detallada

Las regiones formadoras de estrellas albergan redes químicas complejas, formando moléculas como orgánicos complejos y compuestos prebiológicos. Observar estas líneas en espectros submilimétricos o de radio permite a los astroquímicos rastrear fases evolutivas de núcleos densos, desde el colapso más temprano hasta la formación de discos protoplanetarios. Esto se relaciona con el enigma de cómo los sistemas planetarios ensamblan sus inventarios iniciales de volátiles.

8.3 El papel del entorno a gran escala

El entorno galáctico—choques en brazos espirales, flujos impulsados por barras o compresión desencadenada externamente por interacciones galácticas—puede alterar sistemáticamente las tasas de formación estelar. Futuras encuestas multiespectrales que combinen mapeo de polvo en el infrarrojo cercano, flujos de líneas de CO y poblaciones de cúmulos estelares iluminarán cómo la formación y el colapso subsiguiente de nubes moleculares proceden a escala de galaxias enteras.


9. Conclusión

El colapso de la nube molecular es el punto de partida crucial en el ciclo de vida estelar, transformando bolsillos fríos y polvorientos de gas interestelar en protoestrellas que eventualmente encienden la fusión y enriquecen la galaxia con luz, calor y elementos pesados. Desde las inestabilidades gravitacionales que fragmentan nubes gigantes, hasta el detalle de la acreción en discos y los flujos de salida protoestelares, el nacimiento de las estrellas es un proceso intrincado y a múltiples escalas moldeado por la turbulencia, campos magnéticos y el entorno.

Ya sea formándose en aislamiento o dentro de cúmulos densos, el camino desde el colapso del núcleo hasta la secuencia principal subyace en toda formación estelar en el universo. Comprender estas etapas más tempranas—desde los tenues destellos de las fuentes de Clase 0 hasta las brillantes fases T Tauri o Herbig Ae/Be—sigue siendo una búsqueda central de la astrofísica, apoyándose en observaciones avanzadas y simulaciones sofisticadas. Al cerrar la brecha entre el gas interestelar y las estrellas completamente formadas, las nubes moleculares y los protoestrellas iluminan los procesos fundamentales que mantienen vivas a las galaxias y allanan el camino para que los planetas—y potencialmente la vida—surjan alrededor de innumerables anfitriones estelares.


References and Further Reading

  1. Blitz, L., & Williams, J. P. (1999). El origen y evolución de las nubes moleculares. En Protostars and Planets IV (eds. Mannings, V., Boss, A. P., Russell, S. S.), Univ. of Arizona Press, 3–26.
  2. McKee, C. F., & Ostriker, E. C. (2007). “Teoría de la formación estelar.” Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 45, 565–687.
  3. André, P., Di Francesco, J., Ward-Thompson, D., et al. (2014). “De redes filamentosas a núcleos densos en nubes moleculares.” Protostars and Planets VI, University of Arizona Press, 27–51.
  4. Elmegreen, B. G. (2002). “Star Formation in a Crossing Spiral Wave.” The Astrophysical Journal, 577, 206–210.
  5. Jeans, J. H. (1902). “The Stability of a Spherical Nebula.” Philosophical Transactions of the Royal Society A, 199, 1–53.
  6. Crutcher, R. M. (2012). “Magnetic Fields in Molecular Clouds.” Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 50, 29–63.
  7. Shu, F., Adams, F. C., & Lizano, S. (1987). “Star formation in molecular clouds: Observation and theory.” Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 25, 23–81.
  8. Lada, C. J. (1987). “Star formation – From OB associations to protostars.” IAU Symposium, 115, 1–17.
  9. Zinnecker, H., & Yorke, H. W. (2007). “Toward Understanding Massive Star Formation.” Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 45, 481–563.
  10. Kennicutt, R. C., & Evans, N. J. (2012). “Star Formation in the Milky Way and Nearby Galaxies.” Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 50, 531–608.

 

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